0

Carrito

Kilo y tres cuartos

– Buenos días, ¿en qué puedo servirle?
– Quisiera felicidad, kilo y tres cuartos.
– Disculpe, no se vende por kilos, va por horas.
– Ah… ¿y a cuánto está el minuto?
– Pues depende. Según la temporada.
– Ya imagino. ¿En cuál estamos?
– En la cara.
– Vaya suerte la mía. Me lo temía. Déjeme usted un momento que vacíe los bolsillos aquí encima y me dice a cuántos llego.
– No se moleste señora; si le cabe en los bolsillos no le alcanza.
– Insisto.
– Me reitero.
– ¡La necesito!
– Y yo la creo, se le nota.
– Entonces ¿qué puedo hacer?
– Vuelva usted mañana.
– ¿Mañana?
– Mañana he dicho.
– Pues no voy a poder, porque trabajo…
– Mejor para usted, así se me distrae, que le hace falta.
– Pero yo lo que quiero es… ¡¡ser feliz!!
– Y yo seguir despachando, señora, que mire la cola que se me ha formado en un momento.
– Oiga usted, ¡mi felicidad es igual de importante que la de estos señores que me miran el trasero!
– Sí, sí, para mí sí, no le quepa duda, pero para ellos no. Pregúnteles, pregunte, a ver qué dicen, que en este pueblo más allá de la primera persona en singular nadie conjuga…
– ¡Pero eso es inhumano!
– Muy al contrario, señora. Es lo más humano que hay, nos guste o no. Supervivencia lo llaman. Búsquelo en Google.
– Qué tristeza…
– Ya lo siento…
– Prefiero no creerlo.
– A mí plin…
– Pues me voy más infeliz de lo que vine…
– Eso le pasa por venir, así no vuelve. Se me hace a un ladito, si no le importa, y me despeja el mostrador.
– Uy, pues sí que está lleno de gente este ladito…
– Así no se me aburre. A ver… ¡siguiente! Buenos días, ¿en qué puedo servirle?

– Buenos días, ¿en qué puedo servirle?– Quisiera felicidad, kilo y tres cuartos.– Disculpe, no se vende por kilos, va por horas.– Ah… ¿y a cuánto está el minuto?– Pues depende. Según la temporada.– Ya imagino. ¿En cuál estamos?– En la cara.– Vaya suerte la mía. Me lo temía. Déjeme usted un momento que vacíe […]